15 de febrero de 2012

Beware the Ides of March

Caesar: The Ides of March are come.
Soothsayer : Ay, Caesar; but not gone.

                   ("Julius Caesar"; Act 3. scene1)  
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Erradicada toda duda sobre sus dotes interpretativas, "Los idus de Marzo" confirma el talento de Clooney detrás de las cámaras. La película basada en la obra de tetro de Beau Willimon se mueve con agilidad entre la política y el thriller. 


Es de sobra conocido el interés del director por la primera materia: "Buenas noches y buena suerte" (2005), la cinta que le valió varias nominaciones a los Oscar, y su manifiesto apoyo al partido demócrata americano así lo acreditan. Su último trabajo mantiene esa lúcida y en absoluto maniquea mirada a los entresijos del sistema político estadounidense. No se trata de un panfleto ensalzador de los demócratas, aquí hay leña para todos: políticos, partidos, medios de comunicación...

Para lanzar sus afilados dardos, se sirve de un magnífico reparto (Ryan Gosling, Paul Giamatti, Marisa Tomei, Philip Seymour Hoffman y él mismo) y de una atractiva trama llena de intrigas y secretos que hace que el espectador quede enganchado. Está rodada con pulso y aplomo, y carece de las arritmias narrativas que lastraban a la loable "Buenas noches y buena suerte".

Desgraciadamente, el discurso político acaba perdiendo peso y cede ante la truculencia del thriller (más seductor para el gran público) avanzando hasta un final abrupto que supone un abrazo total al cinismo inchorente con lo antes narrado. Aún así, pese a quedarse en un análisis superficial, es un film muy apreciable y realza a su director como una promesa a tener muy en cuenta.

"Los idus de Marzo" debería mirarse en el espejo de "The Good Wife", una de las series del momento, por no decir la mejor hasta el regreso de otros colosos como "Mad Men" o "Breaking Bad". 

La producción de CBS es un ejemplo a seguir en la sutilidad de sus tramas, que desfilan siempre en la cuerda floja, entre lo aburrido y lo morboso, entre lo insulso y lo ridículo. Llena de matices y con un ritmo pausado consigue hacer sencilla (y entretenidísima) su complejo entramado de subtramas y supone todo un logro al ser un soplo de aire fresco a las repetitivas y trilladas series de abogados: "The Good Wife" no es una más. Su profundo análisis de las estructuras de poder de Chicago nos muestra que los idus de marzo aún no se han marchado. Bajo una apariencia de mejora, se encuentran las mismas traiciones, los mismos maquiavélicos fines y la misma corrupción que ya retratara Shakespeare. La sociedad parece seguir igual de infecta que la de los tiempos de el Bardo de Avon. Como ha afirmado Clooney, “dejaremos que el público decida quién es Casio, quien es Bruto y quién es Julio César”.

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