El regreso de Spielberg a su cara más academicista (La lista de Schindler, Munich...) ha sido aclamado y criticado a partes iguales. Personalmente, no me parece de los mejores trabajos de su autor, pero a estas alturas de su carrera ni falta que le hace. Se la podrá achacar su que su excesiva duración y su atrofiante cantidad de datos históricos y políticos puedan desafiar incluso al espectador más aguerrido; bien cierto es que en algunos tramos puede resultar plomiza y aburrida, pero es innegable la capacidad del director de E.T. para dotar de avasalladoras cargas de épica, lirismo y emoción a algo tan presuntamente insulso como una votación parlamentaria. Su excelente diseño de producción y su mimada fotografía la hacen una delicia para los ojos que, combinada con algunas de las mejores composiciones de John Williams (palabras mayores), se convierte en puro gozo sensorial cuya guinda es la (imposible de olvidar) actuación de Daniel Day-Lewis, y digo actuación mientras trato de invocar algún término que se ajuste mejor a la hazaña realizada por esta máquina de interpretación que ya ha escrito su nombre entre los más grandes de todos los tiempos. Lo que transmite Lewis con un mero apretón de manos o simplemente poniéndose unas zapatillas de andar por casa es algo que está mucho más allá de lo que se pueda recoger en un libreto.
49) Project X
Esta macarrada que adapta las constantes de la comedia adolescente a los tiempos que corren bien podrá ser contemplada en un futuro como un documento histórico que supo capturar el zeitgeist de su época en lo que por momentos podría venderse como un documental. Bajo sus lúbricas capas de fiesta y diversión se oculta una agria revelación: el vacío de una generación enferma de anemia emocional y sus intentos de paliarlo a través del descontrol absoluto. No hay espacio para el romanticismo nostálgico de las películas de John Hughes, aquí solo caben la música de discoteca, las luces de colores y las drogas de diseño por mucho que la impuesta coda final intente negarlo.
48) Berberian Sound Studio
Oda al giallo enfocada a través de uno de los elementos más esenciales (y más olvidados) del cine en general y del género de terror en particular: los efectos de sonido. Película malsana, excepcional, siniestra y sin ganas de hacer amigos. Abordarla es abordar un viaje lisérgico para los sentidos, en especial el oído, que uno no es del todo capaz de desentrañar racionalmente, como la filmografía de Lynch. Este sentido homenaje al cine de subgénero italiano es una de esas obras que provocan en uno la necesidad de volverla a ver según aparecen los créditos finales. Mención especial para el trabajo de Toby Jones, que engrosa su lista de interpretaciones de hombres enfermizos y tortuosos.
47) Searching for Sugar Man
Ejemplar documental sobre la enigmática figura del (¿desconocido?) músico Sixto Rodríguez. Con su fascinante narrativa llena de sorpresas y giros dramáticos nos cuenta la increíble historia de esta ¿estrella? del rock. Testimonios, entrevistas, escenas animadas, conciertos... todo al servicio del director para intentar ofrecer las más completa visión del universo de Rodríguez: la lucha política, el artista maldito, la efímera fama, la paz interior del genio y ,por encima de todo, sus canciones. Todo un descubrimiento. Hablar de Searching for Sugar Man no es solo hablar de su música, es hablar de música en general: bajo la piel de Rodríguez se encuentra el verdadero espíritu de un rockero.
46) Skyfall
50 años han pasado desde que se estrenara la primera adaptación del personaje creado por Ian Fleming al cine, Dr. No. Tiempo de sobra para que los ultrasónicos Aston Martin, las explosivas parejas y los agitados pero no mezclados martinis se incrustasen en el imaginario popular. La saga ya había alcanzado un alto grado de maduración y ya era hora de deconstruir al protagonista y ahondar en sus orígenes, porque eso es el Bond de Sam Mendes: el Ciudadano Kane de 007 (salvando las distancias). El agente del MI6 se sienta en el diván de Freud y nosotros somos espectadores de lujo de sus secretos de infancia, sus ocultos temores y sus más profundos deseos. Skyfall es un Bond atípico: probablemente sea la más estilizada y reflexiva de todas las películas de la saga. Mantiene el tono de acción Bourne à la mode que incorporó Casino Royale y perpetuó Quantum of Solace y añade profundidad psicológica (casi psicoanalítica) al personaje y un enorme mimo por la estética (impresionante el juego de luces y sombras en la escena de los rascacielos de Shanghai).
45) Cesare deve morire
Enésima adaptación del Julio César shakesperiano que, como se empeñan en demostrar los políticos, siempre está en boga. La novedad reside en que asistimos a la representación de la obra a manos de presidarios de una cárcel italiana de alta seguridad. Como si de un documental se tratase, vemos a estos peligrosos criminales interpretar a Marco Antonio, Bruto y compañía delante de las cámaras sin artificio alguno. El espectador observará atónito como no solo la obra no pierde interés sino que gana intensidad gracias a unos actores/ presos que parecen comprender a la perfección las esencias del texto de el Bardo de Avon y sufrir en sus propias carnes los dilemas morales de sus personajes, quizá porque así haya sido en un pasado no muy lejano. Ahí radica la genialidad del dramaturgo inglés: en compilar en sus tragedias todas las emociones humanas habidas y por haber, ya sean las de un príncipe danés que anhela vengar a su padre o un miembro de la camorra italiana con incontables crímenes a sus espaldas.
Esta transcripción a la pantalla del personaje creado por John Wagner supone un refrescante soplo de aire fresco al panorama actual del cine de de superhéroes. A contracorriente de las últimas películas de género que se caracterizaban por hinchar el discurso (normalmente estólido) hasta llegar a la hipertrofia, Dredd supone una vuelta a los orígenes. Su renuncia a toda tipo de pretensión salvo a la de divertir al público la convierte en una rara avis dentro del contexto actual. La película de Peter Travis no consta de una trama llena de recovecos o problemas éticos, sino que utiliza una formulaica historia como plataforma sobre la que desarrollar espectaculares tiroteos, secuencias a cámara lenta y un festival de violencia prolongados durante sus escasos 90 minutos de metraje mediante un ritmo espídico en el que la acción no decae en ningún momento.
43) Más allá de las colinas
Tras 4 meses, 3 semanas y 2 días Cristian Mungiu continúa hurgando en los rincones oscuros de la sociedad rumana post-Ceaușescu. En este caso le toca al turno a una anticuada Iglesia Ortodoxa que se resiste al paso del tiempo, estancada en la más absoluta irracionalidad y abandonada por la sociedad, en tierra de nadie. Lejos de cargar los tintas contra la institución, Mungiu ofrece una mirada nada sesgada, casi compasiva pero profundamente desoladora sobre un pueblo que todavía se duele de sus antiguas heridas y es incapaz de abandonar sus traumas. Es admirable la delicadeza con la que el director rumano camina sobre el alambre sin llegar a caer nunca en el trazo grueso en una historia tan propensa a ello.
En varias de sus anteriores películas François Ozon ya había jugueteado con el relato y sus componentes, pero probablemente sea en ésta donde alcanza un dominio absoluto de la metaficción intercalando realidad y ficción. Emplea la figura del narrador embustero (o no) para generar un clima de una ambigüedad malsana punteado por otras constantes del autor (una tensión sexual muy sutil pero perceptible, las diferencias de clase, reflexiones sobre el arte...) que no resultan disonantes en el conjunto. Si el espectador se deja engañar por el truco, será llevado en volandas por el mago francés inmerso en una historia que, son, en realidad, muchas, pues, en el fondo, de eso trata Dans la maison: del arte de contar/ inventar historias y del placer de escucharlas.
41) That's My Boy
En un momento de la película de los varios en los que el personaje interpretado por Adam Sandler hace muestra de su chabacanería, una mujer con la que está flirteando descaradamente y de forma bastante ramplona le espeta lo que bien podría resumir (más o menos) mis sentimientos a la película: "Es usted un imbécil, inmaduro, descerebrado, infantil, salido de una caverna, peludo, con un solo cromosoma, detestable, palurdo, ignorante gilipollas al que me gustaría follarme larga y locamente". En efecto, That´s My Boy puede ser la comedia más vulgar del 2012, pero, ¿a quién le importa eso cuando proporciona algunas de las mejores carcajadas del año cinematográfico?
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