En un año con una gran cosecha de cine
de animación, la nueva película de Laika, el estudio responsable de
la magnífica Coraline, se
hace con un lugar en esta lista gracias a su espectacular diseño de
personajes que les dota de una gran expresividad, pero sobre todo, destaca por
su inteligente guión capaz de combinar un tono a priori infantil con homenajes al terror
gótico más puro en la senda de la citada película de Henry Selick.
Por si fuera poco también se atreve con incursiones a la serie
B haciendo gala de un humor macabro y logra ofrecer una certera radiografía
sobre una sociedad llena de miedos y prejuicios empeñada en esconder bajo la
alfombra a los melancólicos chicos ostra burtonianos con tal de no enfrentarse a sus
pesadillas. Mucho más ácida y aguda de lo que pudiera parece a
primera vista, tampoco renuncia a la más pura emoción en su clímax final.
La tercera película de Andrew Dominik
ha sido una de las grandes olvidadas de la temporada de premios, ni
siquiera la excelente actuación de Brad Pitt (cada año mejor) ha sido
reconocida con alguna nominación en los certámenes de mayor alcance mediático.
En el fondo era de esperar, pues Killing Them Softly es un ataque frontal a los
Estados Unidos sin asideros o válvulas de escape. El director australiano
ofrece una de las más negras visiones de Norteamérica jamás
vistas en la que toda relación tiene como único motor el dólar: "America's
not a country, it's a fucking business", al decir del protagonista en un
explícito y directo parlamento a cámara, pues se trata de una cinta que no busca
la sutileza y ambigüedad Estamos ante una respuesta inflamada y rabiosa a los
tiempos que corren. Si en su anterior trabajo, El asesinato de Jesse
James por el cobarde Robert Ford, Dominik retrataba elegíacamente
un Far West crepuscular en el que los viejos valores están empezando
a desaparecer, aquí ya no queda ni rastro de ellos. Tampoco se avistan
el lirismo ni la pausa de aquella; han sido remplazados por
un ritmo frenético con una trama que apenas cuenta con desvíos: se trata de una
historia breve, sencilla y seca que te golpea como un palo en las costillas
dejándote aturdid. Donde antes se escuchaban melodías compuestas por
Warren Ellis y Nick Cave, ahora solo suenan de fondo noticias de la crisis.
Las dos anteriores entregas de la saga
REC eran dos notables ejercicios de terror realizados en forma de found
footage. Sin desmerecer a sus antecesoras, esta tercera parte rodada
en solitario por Paco Plaza las
dos anteriores fueron dirigidas al alimón con Jaume Balagueró, que en
esta ocasión tenía entre manos la cuarta y última cinta) da un cambio de rumbo
hacia la comedia más disparatada. Una maniobra arriesgada y temeraria que ha
dejado por el camino a varios de los antiguos fans: ellos se lo pierden. En
lugar de repetir la jugada con el único fin de hacer caja, Plaza decide renovar
el universo REC obteniendo un producto completamente original que no
agota ni abusa de los hallazgos previos y que añade toneladas de humor y mucha
mala leche para todos (desde los infames bodorrios con camisas moradas, hasta
la SGAE, pasando por algunas ridículas tradiciones, españolas en
general y valencianas en particular). El componente metacinematográfico sigue
ahí (la película comienza con el menú de un DVD, como si se
tratara de un vídeo de una boda) y en los primeros minutos se mantiene el
formato cámara en mano hasta que por un golpe de trama se pasa a una
cámara cinematográfica más convencional para narrar lo que
en ciertos aspectos podría contemplarse como el Shaun of the Dead patrio.
37) The Avengers
Uno de los proyectos más titánicos del
Hollywood de los últimos tiempos que ha tardado años en levantarse.
Ha sido necesaria la creación de cuatro franquicias (Thor, Hulk, Iron Man y Capitán América) y su posterior convergencia para
empezar a trabajar en ella. Este circo solo podía
ser puesto en escena por alguien como Joss Wedhon: director (Serenity),
showrunner (Buffy Cazavampiros, Angel, Firefly...), guionista de cómics (Astonishing
X-Men), pero, por encima de todo, un fan, como tú y como yo.
Sus Vengadores bien pueden ser la mejor
adaptación de un cómic de superhéroes a la pantalla de todos los tiempos. Desde
luego es la que mejor ha entendido lo que es llevar un tebeo al cine (con todas
las dificultades que entraña el salto de medios): una película, un
arco argumental. Estructurada a golpe de set-pieces ahorrando bastante en aburridas
presentaciones de personajes y reflexiones baratas, contiene todo
la acción y el sentido del espectáculo que un lector pueda esperar. El séptimo
arte nuca ha estado tan cerca del noveno como en ese fascinante
plano-secuencia de la pelea final en el que la cámara va pasando de
vengador a vengador como si fuesen viñetas.
De nuevo toca darle las gracias al
omnipresente Joss Whedon, aquí en su faceta de productor,
sin menospreciar la labor del director Drew Goddard (creador de Cloverfield, esta vez a la vera
de J. J. Abrams). The Cabin in
the Woods es probablemente la
película de terror más original de los últimos años. Una inteligente
propuesta que se dedica a montar todos los tópicos de este tipo
de cine para luego desmontarlos uno a uno y darles la vuelta en un giro que
podría asociarse a las metaficciones de Charlie Kauffman. Parte del
subgénero de historias de cabañas perdidas en el bosque para, a
medida que avanza la trama, convertirse en algo único que es capaz de aglutinar
muchos más tipos de horrores, por no decir todos. Quizá se le puede acusar de
ser demasiado cerebral, pero no es tanto una cinta que busque la sorpresa o el
susto al uso, sino una reflexión sobre su género. No obstante,
su desenlace depara un auténtico festival de terror en el que se desata el
Apocalipsis y se abren las puertas del infierno liberando todas las fuerzas del
pandemonium.
Debut en la gran pantalla de Seth MacFarlane,
creador de Family Guy. Una máquina de hacer reír desde un prólogo que es oro
puro: una lección sobre cómo presentar la trama en poco tiempo y con mucho
humor. Tras los créditos iniciales la película logra aguantar el tipo y
mantiene el nivel cómico con una continua aportación de memorables gags socarrones y macarras. Los
grotescos momentos protagonizados por este pelicular oso son lo que
da brillo al conjunto elevándolo por encima de la tópica
comedia romántica con protagonista masculino inmaduro, amén de la
aparición estelar de un cameo que prefiero no desvelar. Todo ello coronando una
agradable historia de amor y amistad que se atreve a llevar a la trama hasta
las últimas consecuencias respetando su coherencia interna. Finalmente, si ya
hemos advertidos del prólogo, su magnífico epílogo no se queda atrás y deviene
en un broche perfecto para esta comedia bufa en la que MacFarlane se
estrena en Hollywood dando un golpe de autoridad sobre la mesa.
34)
Alps
Giorgios
Lanthimos continúa explorando las sombras de nuestra sociedad con
otra historia profundamente sórdida. Si en su anterior trabajo, Canino, el
oscuro objeto del análisis era la familia, aquí el director griego
clava su bisturí en el conjunto de la sociedad. La trama ya anuncia lo barroco
del proyecto: Alps es el nombre en clave de un colectivo especializado en
hacerse pasar por personas fallecidas que contratan los propios familiares u
otros allegados del difunto. A partir de esta premisa, Lanthimos llevará
hasta extremos enfermizos estos "robos" de identidad dando lugar a
situaciones realmente perturbadoras: escenas de unas cargas sexuales y de
violencia realmente incómodas (y siniestras) rodadas sobriamente y
sin recato alguno, con la cámara como testigo incapaz de apartar la
mirada.
33) The Imposter
Otro extraordinario documental que entra en la lista. Genera una continua confusión entre realidad y ficción en la cabeza del espectador, que no sabe si lo que le cuentan sucedió realmente o si está ante un falso documental. El gran acierto del director es mantener esa ambigüedad todo el metraje aumentando la tensión y la incomodidad que genera el desconocimiento de la realidad de los hechos. Su increíble trama también atrapa y consigue poner la piel de gallina en la misma forma en que lo haría una película de suspense puro. Estamos a lo más parecido que hay a un documental filmado por Hitchcock. Y de postre, un agudo retrato de una (tenebrosa) familia de clase baja americana y de sus más oscuros secretos. Uno no sabe a quién creer dentro de esta fascinante maraña de mentiras y simulaciones.
Seguimos hablando
de familias de clase baja americana, pues en su seno se desarrolla la
historia de la última película de William Friedkin. A sus casi 80 años (sí, sí,
80), este clásico vivo del cine americano nos obsequia con una enérgica
película dirigida con el entusiasmo de un principiante (pero con la
experiencia de un viejo zorro). En muchos aspectos, similar a la arriba
reseñada Killing Them Softly. Aquí también
(casi) todos los protagonistas se mueven por dinero, pero a
diferencia de la película de Dominik en la que cargaba las tintas contra un
sistema político/ financiero/ ético podrido, aquí el auténtico enemigo es
la sempiterna condición humana, que Friedkin contempla desde un
prisma de pesimismo. Noir con elementos de western (o al revés), muestra la total
falta de valores de ese grueso de la población norteamericana que vive en
caravanas muy alejadas de los elegantes rascacielos que se ven desde
la distancia. Película también de clima sórdido y humor negro
que la dotan de un tono muy particular, está llena de personajes excepcionales
y algunas escenas inolvidables.
31) Martha Marcy May
Marlene
La ópera prima de Sean Durkin sorprende por el aplomo que muestra el director
en esta historia de sectas que transmite una continua sensación de
desasosiego y tensión. Hay en cada uno de sus planos
una amenaza imperceptible pero siempre latente que contagia
al espectador la paranoia y el temor de la protagonista, llevada
a la vida con credibilidad por una Elizabet Olsen (hermana de las famosas
gemelas) a seguir. Como han apuntado muchos críticos, tiene el tenso pulso
de los trabajos de Hitchcock y la fría reflexión del cine de Haneke. No
obstante, Sean Durkin consigue una obra personal y con un universo propio en el
que deambulan libremente la violencia, la necesidad de ser sometido,
el constante peligro y la diferencia de clases. Parece que haya
dedicado un enorme esfuerzo en pulir cada aspecto de la película con
el fin de conseguir una atmósfera ambigua y perturbadora que va in crescendo hasta llegar a un tercer acto
irrespirable y un final concebido para que la mente del espectador siga
pensando en lo que ha visto una vez se apagan los créditos finales.
No sé qué REC 3 has visto, pero vamos la película es mala hasta decir basta. Se han reído de los fans de los zombies haciendo una pésima tercera entrega de una franquicia que a mi personalmente no termina de gustarme
ResponderEliminar