Sorprendente cruce de caminos
ente las películas de instituto, los superhéroes
y la (acertada) grabación en formato found
footage dando lugar a un inédito pero satisfactorio resultado. La primera película
de Josh Tank es tremendamente original tanto en el fondo como en la forma.
Partiendo de la misma base que la estupenda Misfits
(serie de Channel 4), Chronicle nos cuenta cómo tres
adolescentes adquiere superpoderes en un accidente pero en lugar de utilizar
para fines altruistas los ponen al servicio de sus caprichos personales. Su éxito
radica en que, a fin de cuentas, es una perfecta reconstrucción de la fantasía
del adolescente frustrado que soñaba con ligarse a la guapa de la clase y
pegarle una paliza al malote de turno. Pero Chronicle
no se detiene en su fascinante premisa y lleva más allá la problemática que ésta
genera hasta alcanzar un oscuro y trepidante final convirtiéndose en un nuevo
hito del cine de superhéroes.
19) The Deep Blue Sea
Travelling lateral. Una calle inequívocamente
londinense. Edificios reconociblemente victorianos. El Segundo movimiento del
Concierto para violín de Samuel Barber. El rostro melancólico de Rachel Weisz…
Con esta parsimonia Terence Davis nos introduce en el universo de la protagonista
de la cinta, Hester, una mujer derrotada por sus sentimientos y subyugada por
sus pasiones. The Deep Blue Sea es
una clásica historia de amores y desamores a flor de piel, de deseos ocultos y romances
prohibidos. Sí, es una historia que ya hemos visto y leído cientos de veces,
pero nunca así. La dirección de Davis parece empeñada en conjurar en cada plano
una tristeza infinita y desgarradora, casi gélida, que acompañada de los violes
de Barber (recurrente durante todo el metraje) sobrecoge al espectador más
aguerrido.
18) Diamond Flash
Clásico de culto instantáneo,
cabeza visible del denominado cine low-cost
español, obra reverenciada en determinados círculos… es casi imposible abordar
la opera prima de Carlos Vermut, dibujante de comics y ahora también cineasta
(prepara ya su segunda película, Magical Girl), sin chocar con el fenómeno en
el que ha devenido: sí, Diamond Flash está rodada con un presupuesto minúsculo
(concretamente el dinero que ganó Vermut al llevarse un galardón por un comic)
y casi entre amigos, pero por encima de todo es una asombrosa y enigmática obra
maestra. Una historia de superhéroes en la que no sale el superhéroe, una
comedia costumbrista, un relato de terror lleno de misterios, un drama social… Diamond
Flash parece estar destinada a ser disfrutada más que comprendida convirtiéndose
en un oscuro y fascinante objeto abierto a la interpretación que en unos años será
contemplado como la primera piedra del cine que vino después.
17) Django Unchained
Si en Inglorious Basterds
Tarantino revisaba uno de los episodios más abyectos de la Historia (la Segunda
Guerra Mundial) con su habitual sello particular (humor negro y caricaturesco, magníficas
bandas sonoras anacrónicas, múltiples guiños y homenajes, larguísimos e
ingeniosos diálogos…), aquí le toca el turno a la época del esclavismo
estadounidense en los años previos a la abolición. Así, Tarantino se permite
rodar su primer western puro, ya que anteriormente había rondado el género en su
filmografía. Sus referentes son sobre todo y como siempre las carreteras
secundarias: Corbucci, Leone y las películas de mandigos. Añádase a esto el
resto de sus obsesiones, en especial la blaxploitation
representada por el protagonista que encarna Jamie Foxx. Django Unchained quizá sea
la película más irregular de Quentin, la más excesiva en su duración y la más
descabalada en su tono, pero aun así no deja de ser una nueva genialidad de un
director desatado, o, mejor dicho, desencadenado.
16) Looper
La mejor película de ciencia-ficción
del año es esta intrincada historia de viajes en el tiempo. Con una coherencia
interna a prueba de bombas, Rian Johnson construye un sólido relato más en la
línea de Los cronocrímenes que de Donnie Darko a partir de una genial idea:
en un futuro no muy lejano la ciencia ha
hecho imposible la desaparición del cuerpo de las víctimas, luego estas
son enviadas a través de una máquina del tiempo al pasado, donde los loopers, un grupo de asesinos a sueldo,
se encargan de eliminarlas. Pero si por algo destaca la película del director
de Brick es por construir unos
personajes con profundidad psicológica y una trama que no se limita a las
paradojas temporales sino que coquetea con otros géneros. El cine negro en el
comiezo, el western (Shane) en el
tramo central que tiene lugar en una área rural alejada de las usuales
megaurbes futuristas y el cine de acción ya hacia el final en un espectacular tiroteo
protagonizado por Bruce Willis que sus fans llevábamos esperando toda la película.
No obstante, en ningún momento olvida sus raíces hundidas en la más clásica
ciencia-ficción y resuelve la trama de paradojas con un elegante y conmovedor final
que revela un lado poético dentro de su calculadora propuesta.
15) Summertime
En un año plagado de magnificas
cintas que profundizan en la intertextualidad y el metalenguaje (7 psicópatas, Dans la maison…) Summertime
es la que más hondo explora sus límites. En realidad, la película de Norberto Ramos
del Val no entiende de límites. Tampoco de reglas o de mesura alguna. Se trata de
otra película española low-cost grabada en un par de días y apartada del
circuito comercial casi directa al DVD: es decir, otra película en la que el director
reúne todas las condiciones necesarias para hacer lo que le plazca sin rendir
cuentas a nadie ni mirar hacia el dinero o el prestigio. Norberto Ramos del Val
ha rodado el equivalente cinematográfico a esa mano de Escher que se dibuja a
sí misma permitiéndose retorcer esta espiral a su antojo haciendo trabajar
mecanismos casi desconocidos de la mente del espectador hasta que le estalle la
cabeza. Todo ello bañado por un espíritu lúdico-festivo y un humor desenfadado
que ya comienza con esas dos protagonistas que se pasan la cinta entera en
bikini. Una película a reivindicar como clásico de culto.
14) The Raid
Hay películas que no destacan por
su elaborada trama o por sus magníficas interpretaciones. Hay películas que
destacan básicamente por su belleza. The
Raid es una de ellas. Pocas veces se han visto unas hostias tan bellas en la
pantalla. Un festín de mamporros, de peleas de artes marciales coreografiadas
con un generoso sentido del espectáculo que se suceden sin apenas parones durante
100 minutos de metraje y todo ello sin que decaiga ni un ápice su ritmo o su magnetismo.
Una historia mínima pero bien llevada y con algún que otro giro propio del
thriller y un reducido número de personajes son suficientes para rodar la mejor
película de acción en años. Prácticamente perfecta, con una tensión que va en
aumento gracias a esa violencia palpable y con unos combates extremadamente
cuidados que parecen danzas de ballet en las que cada movimiento es una auténtica
gozada.
13) Tyrannosaur
Pese a la sencillez de su trama,
la película de Paddy Considine es inclasificable. Se podría emparentar con
cierta corriente del realismo sucio inglés, pero no se has visto nada como Tyrannosaur. Bueno, en realidad sí que
lo has visto. Seguro. Ayer, arrastrándose por la calle o tirado en un parque.
Esas personas descastadas que pretendemos no ver. El protagonista de la cinta
es una de ellas. Lleva una vida brutal, ausente de comodidades, en los suburbios
de la felicidad. Tyrannosaur es una película
dura porque nos muestra su realidad (la realidad de muchas personas). Es una película
dura, sincera y jodida, sí, pero precisamente su grandeza reside en mostrar un
halo de esperanza en mitad de esa cloaca en la que está inmerso el protagonista
sin recurrir a triquiñuelas y sin abandonar su mirada descarnada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario