31 de marzo de 2013

Top 2012 (IV)

20) Chronicle
Sorprendente cruce de caminos ente las películas de  instituto, los superhéroes y la (acertada) grabación en formato found footage dando lugar a un inédito pero satisfactorio resultado. La primera película de Josh Tank es tremendamente original tanto en el fondo como en la forma. Partiendo de la misma base que la estupenda Misfits (serie de Channel 4), Chronicle nos cuenta cómo tres adolescentes adquiere superpoderes en un accidente pero en lugar de utilizar para fines altruistas los ponen al servicio de sus caprichos personales. Su éxito radica en que, a fin de cuentas, es una perfecta reconstrucción de la fantasía del adolescente frustrado que soñaba con ligarse a la guapa de la clase y pegarle una paliza al malote de turno. Pero Chronicle no se detiene en su fascinante premisa y lleva más allá la problemática que ésta genera hasta alcanzar un oscuro y trepidante final convirtiéndose en un nuevo hito del cine de superhéroes.

19) The Deep Blue Sea
Travelling lateral. Una calle inequívocamente londinense. Edificios reconociblemente victorianos. El Segundo movimiento del Concierto para violín de Samuel Barber. El rostro melancólico de Rachel Weisz… Con esta parsimonia Terence Davis nos introduce en el universo de la protagonista de la cinta, Hester, una mujer derrotada por sus sentimientos y subyugada por sus pasiones. The Deep Blue Sea es una clásica historia de amores y desamores a flor de piel, de deseos ocultos y romances prohibidos. Sí, es una historia que ya hemos visto y leído cientos de veces, pero nunca así. La dirección de Davis parece empeñada en conjurar en cada plano una tristeza infinita y desgarradora, casi gélida, que acompañada de los violes de Barber (recurrente durante todo el metraje) sobrecoge al espectador más aguerrido.


18) Diamond Flash
Clásico de culto instantáneo, cabeza visible del denominado cine low-cost español, obra reverenciada en determinados círculos… es casi imposible abordar la opera prima de Carlos Vermut, dibujante de comics y ahora también cineasta (prepara ya su segunda película, Magical Girl), sin chocar con el fenómeno en el que ha devenido: sí, Diamond Flash está rodada con un presupuesto minúsculo (concretamente el dinero que ganó Vermut al llevarse un galardón por un comic) y casi entre amigos, pero por encima de todo es una asombrosa y enigmática obra maestra. Una historia de superhéroes en la que no sale el superhéroe, una comedia costumbrista, un relato de terror lleno de misterios, un drama social… Diamond Flash parece estar destinada a ser disfrutada más que comprendida convirtiéndose en un oscuro y fascinante objeto abierto a la interpretación que en unos años será contemplado como la primera piedra del cine que vino después.

17) Django Unchained
Si en Inglorious Basterds Tarantino revisaba uno de los episodios más abyectos de la Historia (la Segunda Guerra Mundial) con su habitual sello particular (humor negro y caricaturesco, magníficas bandas sonoras anacrónicas, múltiples guiños y homenajes, larguísimos e ingeniosos diálogos…), aquí le toca el turno a la época del esclavismo estadounidense en los años previos a la abolición. Así, Tarantino se permite rodar su primer western puro, ya que anteriormente había rondado el género en su filmografía. Sus referentes son sobre todo y como siempre las carreteras secundarias: Corbucci, Leone y las películas de mandigos. Añádase a esto el resto de sus obsesiones, en especial la blaxploitation representada por el protagonista que encarna Jamie Foxx. Django Unchained  quizá sea la película más irregular de Quentin, la más excesiva en su duración y la más descabalada en su tono, pero aun así no deja de ser una nueva genialidad de un director desatado, o, mejor dicho, desencadenado.  

16) Looper
La mejor película de ciencia-ficción del año es esta intrincada historia de viajes en el tiempo. Con una coherencia interna a prueba de bombas, Rian Johnson construye un sólido relato más en la línea de Los cronocrímenes que de Donnie Darko a partir de una genial idea: en un futuro no muy lejano la ciencia ha hecho imposible la desaparición del cuerpo de las víctimas, luego estas son enviadas a través de una máquina del tiempo al pasado, donde los loopers, un grupo de asesinos a sueldo, se encargan de eliminarlas. Pero si por algo destaca la película del director de Brick es por construir unos personajes con profundidad psicológica y una trama que no se limita a las paradojas temporales sino que coquetea con otros géneros. El cine negro en el comiezo, el western (Shane) en el tramo central que tiene lugar en una área rural alejada de las usuales megaurbes futuristas y el cine de acción  ya hacia el final en un espectacular tiroteo protagonizado por Bruce Willis que sus fans llevábamos esperando toda la película. No obstante, en ningún momento olvida sus raíces hundidas en la más clásica ciencia-ficción y resuelve la trama de paradojas con un elegante y conmovedor final que revela un lado poético dentro de su calculadora propuesta.

15) Summertime
En un año plagado de magnificas cintas que profundizan en la intertextualidad y el metalenguaje (7 psicópatas, Dans la maison…) Summertime es la que más hondo explora sus límites. En realidad, la película de Norberto Ramos del Val no entiende de límites. Tampoco de reglas o de mesura alguna. Se trata de otra película española low-cost grabada en un par de días y apartada del circuito comercial casi directa al DVD: es decir, otra película en la que el director reúne todas las condiciones necesarias para hacer lo que le plazca sin rendir cuentas a nadie ni mirar hacia el dinero o el prestigio. Norberto Ramos del Val ha rodado el equivalente cinematográfico a esa mano de Escher que se dibuja a sí misma permitiéndose retorcer esta espiral a su antojo haciendo trabajar mecanismos casi desconocidos de la mente del espectador hasta que le estalle la cabeza. Todo ello bañado por un espíritu lúdico-festivo y un humor desenfadado que ya comienza con esas dos protagonistas que se pasan la cinta entera en bikini. Una película a reivindicar como clásico de culto.


14) The Raid
Hay películas que no destacan por su elaborada trama o por sus magníficas interpretaciones. Hay películas que destacan básicamente por su belleza. The Raid es una de ellas. Pocas veces se han visto unas hostias tan bellas en la pantalla. Un festín de mamporros, de peleas de artes marciales coreografiadas con un generoso sentido del espectáculo que se suceden sin apenas parones durante 100 minutos de metraje y todo ello sin que decaiga ni un ápice su ritmo o su magnetismo. Una historia mínima pero bien llevada y con algún que otro giro propio del thriller y un reducido número de personajes son suficientes para rodar la mejor película de acción en años. Prácticamente perfecta, con una tensión que va en aumento gracias a esa violencia palpable y con unos combates extremadamente cuidados que parecen danzas de ballet en las que cada movimiento es una auténtica gozada.

13) Tyrannosaur
Pese a la sencillez de su trama, la película de Paddy Considine es inclasificable. Se podría emparentar con cierta corriente del realismo sucio inglés, pero no se has visto nada como Tyrannosaur. Bueno, en realidad sí que lo has visto. Seguro. Ayer, arrastrándose por la calle o tirado en un parque. Esas personas descastadas que pretendemos no ver. El protagonista de la cinta es una de ellas. Lleva una vida brutal, ausente de comodidades, en los suburbios de la felicidad. Tyrannosaur es una película dura porque nos muestra su realidad (la realidad de muchas personas). Es una película dura, sincera y jodida, sí, pero precisamente su grandeza reside en mostrar un halo de esperanza en mitad de esa cloaca en la que está inmerso el protagonista sin recurrir a triquiñuelas y sin abandonar su mirada descarnada. 

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