30 de marzo de 2013

Top 2012 (III)

30) Brave
Parece que Pixar no pincha. Nunca. Es incapaz de estrenar algo ligeramente mediocre. Sus producciones siempre alcanzan la excelencia y Brave no se ha quedado atrás pese que a que algunos sectores de la crítica ya hayan catalogado como obra menor, conservadora e infantil. Puede que no suponga una idea tan revolucionaria como Up o Wall-E, pero es un fantástico cuento de princesas capaz de partir de los tópicos para pervertirlos componiendo una emotiva historia que reflexiona sobre las relaciones paterno-filiales, la herencia y el cambio, y lo viejo (Disney) y lo nuevo (Pixar). Una de las mejores animaciones que este cronista ha visto se ocupa de insuflar vida al relato dedicando una descomunal dedicación en reconstruir desde cada rizo del cabello de la protagonista hasta cada brizna de hierba de las Highlands escocesas.


29) In Another Country
Como si de variaciones musicales se tratara, Hong Sang-soo estructura esta supuesta comedia ligera en tres fragmentos muy similares a los que va introduciendo pequeños matices que les diferencian  a unos de otros. La misma armonía pero distinta melodía y distinto tempo. Las historias siguen un sencillo patrón: una turista francesa encarnada por Isabelle Huppert llega a un tranquilo pueblo de la costa coreana armando toda clase de enredos amorosos. El quién, por qué y con quién va permutando de una historia a otra, pero siempre se mantienen constantes los mismos temas de fondo: el amor, la infidelidad, el deseo… Con la sencillez y la naturalidad que le caracterizan, el director de Oki´s Movie nos muestra cómo interactúan estos personajes y construye un fascinante juego de espejos entre tres historias que dialogan entre sí hilvanando un todo mucho mayor a la suma de sus partes: una de esas agradables comedias que en su apariencia de humildad revela grandes verdades.


28) The Guard
Uno de los títulos que más me ha costado dejar fuera este año ha sido 7 psicópatas, la nueva película del director de la extraordinaria In Bruges, Martin McDonagh. Ambas películas beben a partes iguales del revisionismo pop tarantiniano, el humor negro de los Coen y el Teatro del Absurdo (Becket en especial) consiguiendo, no obstante, un universo propio. Pero mientras que In Bruges suponía una estimulantes novedad, 7 psicópatas carecía de esa frescura que convertía a su anterior trabajo en algo tan sorprendente, frescura que también he encontrado en el debut de su hermano John Michael McDonagh. En The Guard se mantienen presentes las mismas constantes familiares (incluso emplea a Brendan Gleeson de también) dando lugar a una finísima comedia negra con toques de thriller y la suficiente cantidad de peculiares matices (ahí están esos villanos que discuten sobre Schopenhauer) para convertirla en una película única.


27) Wreck-it Ralph
Pese al excepcional trabajo de Pixar este año, ha sido la vieja Disney la que se ha facturado la mejor película de animación del 2012. Algo así como “el Toy Story de los videojuegos”, Wreck-it Ralph nos muestra la vida secreta de los personajes de los recreativos arcade con mucho cariño y conocimiento de causa reflejado en la maravillosa traducción del lenguaje de las consolas al medio cinematográfico. Un divertido y tremendamente emotivo homenaje al denostado arte del videojuego que además encierra en las aventuras del protagonista una rica reflexión sobre el libre albedrío y nuestro lugar en el mundo.


26) The Muppets
El regreso de los teleñecos tras unos años desaparecidos del mapa ha resultado capaz de reavivar una saga caída en el olvido hasta el punto de que en estos instantes se está rodando una secuela esta vez protagonizada ni más ni menos que por Ricky Gervais.  ¿La clave? Saber renovar la antigua fórmula pero, eso sí, manteniendo intacta su  esencia. Para ello ha contado con un acertado casting lleno de humor y caras conocidas, unos divertidos números musicales y un milimetrado guión con bienvenidas dosis de autoconsciencia, intertextualidad y acidez insospechadas a primera vista.


25) Zero Dark Thirty
Tras la loable pero irregular The Hurt Locker (En tierra hostil), Katrhyn Bigelow vuelve con una película que continúa la senda hiperrealista de ésta (cámara en mano, discreto score…). Gélido retrato de las pesquisas de la agente de la CIA que capturó a Bin Laden (magníficamente interpretada por Jessica Chastain), ha levantado ampollas  dado que el tema sigue candente (recuérdese que los hechos narrados sucedieron hace menos de 2 años). En realidad, se trata de una obra ejemplarmente imparcial y aséptica, ajena a toda clase de manipulaciones y juicios morales y cuya ambigüedad ha despertado toda clase de interpretaciones. Bigelow sirve los hechos y deja que el espectador los digiera como desee.


24) Oslo, 31 de Agosto
Se podría decir que existe un género propio para aquellas obras que se desarrollan en un solo día capturando todas las emociones del protagonista, como un corte transversal sobre su vida. Solo vemos una parte minúscula, pero la podemos ver con más precisión e intensidad. En Oslo, 31 de Agosto no sabemos mucho de Anders, nuestro protagonista; unos pocos detalles por encima para que el espectador no se encuentre completamente desubicado son suficientes. Sabemos, eso sí, que se encuentra en un profundo estado de depresión y que ha intentado terminar con una existencia destrozada por la drogadicción. Durante el día en el que transcurre la película Anders se debatirá entre la vida y la muerte mientras se encuentra con viejos conocidos, charla con amigos, acude a su psiquiatra, y, quizá, le da una última oportunidad para el amor y la redención.  La segunda película de Joachim Trier, primo de Lars, es directa y fría como una bala de hielo dirigida al corazón gracias a una asombrosa capacidad para dibujar un cuadro de las emociones y pensamientos que dan vueltas en la cabeza del  protagonista generando una desgarradora empatía.


23) No
Magistral pieza de cine político-histórico con la que Pablo Larraín culmina su trilogía sobre la historia reciente de Chile (Tony Manero y Post Mortem las anteriores) en la que son admirables varios atributos: su fluida narración que permite asimilar la cantidad de datos históricos que lanza, su facilidad para pasar de la ficción a las imágenes de archivo mediante su particular formato de vídeo (el mismo con el que se grababa en los años del plebiscito), sus deliciosas pinceladas de ironía y mala baba, el excelente trabajo de un Gael García Bernal que lleva el peso de la película… Pero, sin duda, lo que hace de No una obra maestra es su inteligente y desengañada mirada sobre una política bañada del desencanto generado por la ausencia de un cambio real: tras la victoria de los acontecimientos yace oculta una derrota mucho más profunda.


22) Blancanieves
Película increíble en todos los sentidos: un vasco rueda una versión muda y en blanco y negro del cásico cuento ambientada en la Andalucía del toreo, el flamenco y las barracas de feria. Pablo Berger, que ya se había erigido como una fascinante anomalía dentro del cine español con la brillante Torremolinos 73, consigue encajar todas las piezas de esta extrañísima amalgama para ir más allá del mero homenaje y lograr una obra valiente, mágica y única. Llena de sabiduría cinematográfica pero a la vez revestida de inocencia e ilusión, Blancanieves demuestra que aún podemos caer bajo el embrujo de las viejas historias.


21) Scabbard Samurai
La tercera película de Hitoshi Matsumoto, uno de los más sorprendentes de los últimos años puede resultar, a priori, más convencional que sus anteriores trabajos, pero en el fondo es tan radical e innovadora como ellos. Scabbard Samurai podría pertenecer a esa clase de películas que narran las hazañas de estos guerreros con un estricto código de honor (Los siete samuráis, Harakiri...), pero presenta una particularidad: el protagonista ha perdido su katana con la deshonra que ello entraña. Así pues, nos encontramos a medio camino entre la parodia y el homenaje al cine de samuráis: Matsumoto parte de un humor basado en el patetismo que parece inspirado en Humor amarillo (el programa creado por Takeshi Kitano) para llegar a agudas conclusiones sobre los valores de la elite militar japonesa. Como bien es sabido, solo hay un paso de lo sublime a lo ridículo, o, en este caso, de lo ridículo a lo sublime, y el director de Symbol es de los pocos directores contemporáneos que se atreven a darlo. 


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